Esto fue de cuando a mi amigo Charles le echaron sus padres de casa y estuvo viviendo en la calle dos semanas. Aquí os dejo el momento justo en el que, rebuscando en la basura, encontró media hamburguesa y una patata rancia.
Fijáos con qué impetu pordiosero succiona la esencia de la patata. Qué vehemencia, qué frenesí de mendicidad. Simplemente fascinante.
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