viernes, 20 de julio de 2012

A este tipo lo vi a la salida de Metrópolis, de cuando la proyectaron en el Campoamor el 17 de mayo —como bien dice la fecha—. El caso es que el tío me llamó la atención por sus ensortijados cabellos, gafas pequeñas y redondas y sobre todo porque cargaba con un fuet gigantesco al hombro.


Llegados a este punto, admito que no era un fuet lo que portaba el hombre. Era algún otro instrumento del mal que no pude identificar a primera vista. Mi cerebro rellenó el hueco que debería haber ocupado el objeto desconocido con un fuet como una catedral.

Tan aterrador como cierto.

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